lunes, junio 29, 2009

¿QUÉ HACEMOS PARA TERMINAR CON EL HAMBRE?


Que haya hambre en la Argentina es una situación intolerable, incomprensible.
¿Qué hacemos con este flagelo que no nos avergüenza lo suficiente? Porque si nos avergonzara a TODOS deberíamos haber hecho lo suficiente para solucionarlo.
Sí, en el 2002 se promovió la iniciativa popular del Hambre Más Urgente, se juntaron millones de firmas y el Congreso aprobó la Ley Nº 25.724 Plan de Seguridad Alimentaria, “El Hambre Más Urgente” el 27-12-2002…¿Y?...¿Qué pasó? ¿Disminuyó el hambre en la Argentina? ¿Se acabó con la desnutrición?
Alberto Morlachetti piensa que no. Pese a sus esfuerzos de toda la vida. Su lucha contra el hambre en Avellaneda lo enfrenta ahora contra una mafia que, impunemente, atacó tres veces su obra en la Fundación Pelota de Trapo, secuestrando y golpeando a un docente, robando, intimidando. Esa mafia quiere acabar con su campaña: “EL HAMBRE ES UN CRIMEN”. Su apasionante historia la cuenta muy bien Fernández Díaz en La Nación.
La Fundación tiene una Agencia de Noticias, con notas conmovedoras que podes leer para saber más, y el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo que coordina Morlachetti y al que adhieren numerosas organizaciones sociales, sindicales, religiosas y obispos y rabinos, y personas de la cultura, la política, etc., que promueven la campaña 2009 “EL HAMBRE ES UN CRIMEN”.

Después de seis años de vigencia de la Ley ¿hay hambre en la Argentina?
No le podemos preguntar al INDEC pero Juan Carr de Red Solidaria informó que en el país mueren por desnutrición ocho chicos de menos de cinco años POR día!! 2970 por año!! Peor aún la cifra real sería superior: según el Dr. Albino de CONIN la desnutrición está subregistrada, un niño desnutrido fallece y se suele anotar como causa “paro cardiorrespiratorio” o “bronco espasmo”. La desnutrición es consecuencia de la indigencia y la pobreza que estaría en aumento. La CTA denuncia que hay tres millones de chicos en la indigencia y seis millones en la pobreza. Hay que salvar a esos nueve millones de chicos.
Acabamos de renovar parcialmente al Congreso Nacional. Deberíamos demandarle que su primera tarea sea auditar qué hizo el gobierno con la aplicación de la Ley Nº 25.724 en los seis años transcurridos, evaluar los programas que se hayan diseñado y los recursos aplicados y si los resultados no fueran satisfactorios ni suficientes, como pareciera ser, exigirle el cumplimiento de la Ley o reforzarla si fuera necesario.
En lo personal hay algo más importante que podemos hacer: apartar un poco del pan que comemos en exceso y alcanzárselo a un chico desnutrido en lo posible con un abrazo al estilo Morlachetti.

¿Qué opinas?

lunes, junio 15, 2009

COMO LOS CHINOS APUESTAN FUERTE EN EDUCACIÓN


Hace dos años, en junio del 2007, estando en Shanghai, China, me impactó la conmoción que provocaba en el país el “gao kao” el examen de ingreso a las universidades chinas que obsesionaba a los estudiantes y a sus padres. Una nota del New York Times me recordó y actualizó ahora mi experiencia. Aprobar el examen con notas altas es la única posibilidad para los 10 millones de estudiantes que deseaban ingresar a alguna universidad. Sólo lo lograron tres de cada cinco candidatos.
La sociedad china valora la educación. Los padres apoyan y se involucran en la preparación de sus hijos y les prometen grandes recompensas si aprueban (en un caso publicado la recompensa era un Audi) El gobierno duplicó en los últimos diez años el número de institutos universitarios. Hay unos 1900 de ellos que albergan 19 millones de estudiantes, seis veces más que hace una década.
Los estudiantes se esfuerzan al máximo: sólo descansan un día cada tres semanas cuando se preparan. Los padres proveen tutores, masajistas, psicólogos, vitaminas y comidas especiales. Unos pocos financian sofisticados mecanismos para hacer trampa (micro radios y scanners para recibir las respuestas desde afuera que le enviaría un experto contratado) pero son generalmente detectados y sancionados. Muchos pasan horas alrededor de los lugares donde se toma el examen aguardando por sus hijos (ver foto). Cuando aprueban la familia entera está de fiesta. El llanto y la consternación dominan a los que no logran ingresar. Algunos de ellos deciden hacer un segundo y definitivo, intento el año siguiente y se preparan durante todo el tiempo.
¡Qué lejos estamos en la Argentina de valorar así a la educación! Incluso de cómo la valoraron nuestros ancestros.
¿Tendrá esta diferencia algo que ver con los extraordinarios avances de China y con la presente mediocridad y decadencia de nuestro país?

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